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Las cooperativas vitivinícolas, por Enrique Albujer Sánchez (Parte 1)

El Cooperativismo es un sistema económico y social, que agrupa personas para el ejercicio de una actividad en común. Está muy arraigado en España y adecuado al mundo rural y a la explotación agrícola. Exige a los cooperativistas una permanente concienciación con los principios en el que se fundamenta.

Las cooperativas vitivinícolas son agrupaciones de pequeños y medianos viticultores que se constituyen como empresa, dentro de un marco jurídico establecido, bajo los principios de proporcionalidad, solidaridad y ecuanimidad. Con los objetivos de rentabilizar las explotaciones vitícolas, aportando las producciones de la vid a la empresa para su elaboración y comercialización de los productos resultantes.

Toda actividad económico-social evoluciona en el tiempo, y las cooperativas no escapan de esa dinámica, por ello se deben adaptar a las circunstancias teniendo en cuenta los principios y los objetivos fijados.

Un análisis de la situación es necesario como punto de partida, para poder hacer las modificaciones necesarias de adaptación. La actividad agroalimentaria en general y la vitivinicultura en particular, está condicionada por la exigencia en el cumplimiento de una serie de normas legales dictadas y provenientes desde distintos estamentos gubernamentales de la Comunidad Europea y Nacionales, dirigidas a garantizar la inocuidad y calidad de los productos destinados al consumo humano, y gestionar las buenas prácticas en todo el proceso desde la producción hasta la distribución de dichos productos. Evitando la contaminación, respetando el medio ambiente y la biodiversidad, en un desarrollo sostenible. Por otra parte las explotaciones vitícolas se encuentran sitiadas en sus aspectos económico y social. Las rentabilidades son tan bajas que las hace deficitarias, y la existencia de un alto porcentaje de personas próximas a la jubilación al frente de las mismas, las conduce a un proceso de decrecimiento.

Las normas legales vigentes son de obligado cumplimiento, y condicionan en el ejercicio de la actividad vitivinícola a las personas implicadas en dicha actividad, a una serie de exigencias de profesionalidad, concienciación y responsabilidad en el respeto y sostenibilidad del medio ambiente.

Las explotaciones vitícolas con rentabilidades deficitarias, han llegado a una situación de dicotomía por parte del viticultor. Abandono del cultivo, o la opción de intensificar el cultivo y aumentar las producciones sin límite controlado. Esta última decisión entraña un riesgo, incumpliría las normas legales si se superan las producciones de lo recogido en la norma, y a su vez se obtendrían unos productos con unas calidades que dificultaría su comercialización. Al abandono de cultivo, contribuirían las personas que entran en la fase de jubilación, y son titulares de las explotaciones al frente de las mismas.

El panorama descrito ofrece un campo de actuación importante, e interesante por la trascendencia que tiene el intentar conseguir una rentabilidad económica de las explotaciones, para continuar con la actividad vitivinícola infundiendo dinamismo y estabilidad al sector, motivando la población social del entorno, y realzando a su vez el paisaje del medio rural.

Son necesarias por parte de la agrupación, la concienciación permanente con los principios y objetivos marcados, y considerar la Cooperativa como una empresa económica y social.

La Dirección de Empresa recae sobre el Consejo Rector regulado por una Ley especial y se debe autolimitar, a dirigir, formular las normas internas, decidir y supervisar las funciones en general y ejecutivas en particular. Delegadas éstas últimas en una Dirección Ejecutiva creada con personal especializado en las distintas áreas de actuación.

La Junta General de Socios les corresponde aprovechar los derechos y cumplir con los deberes que la Ley les otorga, y aquellos otros que emanen de las normas internas de empresa, tuteladas por la Dirección Ejecutiva.

Los Órganos de dirección requieren de toda la información necesaria, para ejercer el control de funcionamiento y toma de decisiones. Para ello se crea una Estructura de Gestión de Empresa: Económica, Jurídica, Técnica, y Comercial. Con sus departamentos Administrativo-Contable y Jurídico, Viticultura y Enología, Compras y Ventas, respectivamente. Establecida la estructura de gestión, se organizan las Áreas de actuación de acuerdo con las normas internas propuestas, y legales vigentes. En coherencia y funcionalidad equilibrada con las características de dimensión y proporcionalidad de la empresa. De acuerdo al fin de modificar su dimensión y proporción, en una dinámica de crecimiento sostenible.

Leer la segunda parte: Las cooperativas vitivinícolas, por Enrique Albujer Sánchez (Parte 2)

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Fuente Consejo Regulador Vino Alicante

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