Tras varios días en Roma y como los días anteriores, fuimos enviados a la Piazza Cavour (una plaza abierta en una ciudad europea) siendo el punto de parada del autobús del hotel. Desde allí, con la ayuda de un mapa turístico (varias versiones del cual están siempre disponibles en muchos hoteles), encontramos nuestro camino hacia el famoso Coliseo Romano. Lo hicimos a pie. Y te aseguro que con un calzado cómodo, un entorno ya pintoresco y mucho entusiasmo, uno no se daría cuenta de lo lejos que estaba ni de lo larga que era la caminata.

Bien, ya llegamos.

Sin idea de por dónde empezar, pero guiados por una gran cantidad de turistas, nos dimos cuenta de dónde comprar los ticketsde entrada. Como era de esperar, las colas en lugares como éste siempre eran desalentadoras. Sin embargo, fue tranquilizador ver que los oficiales mantuvieran el orden. Así que esperamos pacientemente nuestro turno ya que no podíamos permitirnos perdérnoslo. ¡Esto es por lo que vinimos aquí de todos modos!

En cuanto a las tarifas, se puede elegir entre la «entrada solamente» y la que viene con visita guiada coliseo. ¿Cuál elegimos? Sí, definitivamente el más barato – la entrada «sólo». Creo que para entonces costaba 12 Euros. Así que, entramos y estábamos realmente felices y aliviados de entrar.

¿La estructura? Enorme e impresionante.

Ver la cosa real y estar allí se sintió diferente. Por lo tanto, pasamos una hora dentro, maravillados.