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Fernando García Lozano presentará, en dos fechas, su libro sobre el gran arquitecto alcarreño Antonio Vallejo Álvarez

El arquitecto guadalajareño Fernando García Lozano va a presentar los próximos días miércoles,  19 de abril, en el Salón de actos del Colegio Sagrado Corazón («las Francesas») de Guadalajara, uno de los edificios de Vallejo, y 3 de mayo en la sede del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), su libro ‘Antonio Vallejo Álvarez. Arquitectura de la sensatez’.

Antonio Vallejo Álvarez ejerció su actividad como arquitecto desde 1928.  El catálogo de sus obras parte de los proyectos de cierta relevancia que desarrolló para el gobierno de la Segunda República y alcanza hasta los años ochenta, contando a lo largo de su trayectoria con diversos colaboradores entre los que destacan Fernando Ramírez de Dampierre y su propio hijo Antonio Vallejo Acebedo. Trabajó en Madrid, donde llegó a desempeñar los cargos de Decano del COAM (1965-67), en Almería y Guadalajara.  Su obra, centrada especialmente en proyectos residenciales y docentes ha sido calificada por muchos como sensata, discreta y orientada a la obtención de mejoras en la calidad de vida de los usuarios y su entorno.

Si bien algunos de sus proyectos se encontraban incluidos en la Guía de Arquitectura de Madrid o en el Registro de DOCOMOMO Ibérico, el conjunto de su obra no había sido objeto de estudio hasta que Fernando García Lozano lo convirtió en objeto de tesis doctoral, leída en 2016 y dirigida por el gran estudioso de la arquitectura española contemporánea, Miguel Ángel Baldellou. En la  publicación del libro, editada por la Demarcación de Guadalajara del Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla-La Mancha, han colaborado también diversas entidades entre las que se encuentran los colegios de arquitectos de Almería y de Madrid.

La larga carrera profesional del arquitecto Vallejo Álvarez (n. 1903, t. 1928, f. 2002) permite observar la evolución de la arquitectura española desde los planteamientos academicistas de principios del siglo XX, pasando por el primer racionalismo, hasta la influencia del Movimiento Moderno.

Antonio Vallejo nació en Almonacid de Zorita (Guadalajara), un pueblo pequeño pero singular ya que entonces se construía el Salto de Bolarque, instalación energética crucial en la época que albergaba además elementos de arquitectura culta. La familia le envió a Madrid a estudiar en las Escuelas Pías de San Fernando y luego en la vieja escuela de arquitectura de la calle Escritorios perteneciente a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Terminada la carrera realizó unas primeras edificaciones de corte historicista con relativa abundancia de estilemas academicistas que van desapareciendo paulatinamente evolucionando hacia el «decó». Simultáneamente trabajó en esta época en la Oficina de Información sobre la Ciudad del Ayuntamiento de Madrid junto a Bernardo Giner de los Ríos y Fernando García Mercadal. Más tarde se incorporó a las órdenes del primero a la Oficina de Construcciones escolares donde se mantuvo hasta el estallido de la Guerra Civil.

Al amparo de la republicana Ley Salmón fundó la empresa promotora de viviendas Ar-In donde realizó una arquitectura plenamente racionalista.

Tras la guerra civil el autor ensaya la supervivencia del racionalismo mediante la superposición de la su trama conceptual a los alzado de ladrillo con detalles de granito y caliza representantes del nuevo gusto.

Superados los años de postguerra, Vallejo inicia el proceso que ya le llevará hasta el final de su carrera en el que la situación de la estructura en el edificio y el módulo por ella creado definen sus características formales.

El libro también se va a presentar, precisamente, en el pueblo natal de Antonio Vallejo, y concretamente en el Centro CeLA de Almonacid de Zorita, el día 14 de abril.

«El trabajo de Fernando, poniendo en valor la arquitectura de Antonio Vallejo, nos parece impecable. Desde el COACM, apoyamos la labor investigadora de los arquitectos, y por supuesto la de divulgación de la vida y obra de enormes profesionales, que, de otra manera, no alcanzarían el reconocimiento que sin duda, merecen», valora Elena Guijarro, decana del COACM.

Fuente:NotasdePrensa.es

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