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La Caballada de Atienza, historia e identidad serrana

En el tiempo en el que León y Castilla eran dos reinos separados, a mediados del siglo XII, la muerte del rey castellano Sancho III puso en una situación muy complicada a su hijo Alfonso, de apenas tres años, ya que su tío Fernando II, rey de León, tenía como objetivo unificar los dominios de León y de Castilla bajo su corona. En este contexto, las familias nobles de los Castro y los Lara luchaban por la tutoría del rey niño que, por testamento, correspondió a los primeros. Tras un tiempo, y viendo que los Castro sólo se estaban enriqueciendo a costa de la noble labor, los Lara decidieron raptar a Alfonso, por lo que los Castro acudieron a su tío Fernando, el rey leonés, que aprovechó la excusa para intentar llevar a cabo sus pretensiones. Así, tras un pacto para que el niño jurara vasallaje al rey de León en Soria, el caballero Pedro Núñez de Fuentearmegil, tratando de evitarlo, cogió a Alfonso y lo llevó de Soria a Atienza, pasando por San Esteban de Gormaz. Allí, las tropas de Fernando II de León cercaron la ciudad a fin de que esta entregara al niño. Sin embargo, el domingo de Pentecostés de 1162 los valientes miembros del gremio de arrieros, el más importante de la ciudad, sacaron del asedio al rey Alfonso escondido en entre las mercancías y lo llevaron hasta la inexpugnable Ávila. Así, en conmemoración de este notable acto de gallardía, la Cofradía de la Santísima Trinidad, heredera directa de la de arrieros, organiza cada año, desde hace más de ocho siglos, La Caballada, una fiesta declarada de interés turístico nacional desde 1980.

Cada domingo de Pentecostés, aunque sean los cofrades los protagonistas, todos los habitantes de Atienza participan de la celebración de La Caballada. Los preparativos comienzan el mismo sábado de vísperas, dándose esa tarde la merienda de «las siete tortillas». A partir de estos momentos, varios son los personajes con importancia capital en la fiesta, como el Prioste y la Priosta, el Manda, los Seises o el Mayordomo. Ya el domingo de Pentecostés, a las 8 de la mañana, el Manda recorre con dulzaineros la Villa despertando a la población. Tras ello, se reúnen todos frente a la casa del Prioste, desde donde, tras sortear los caballos y subastar la bandera, saldrán en comitiva hacia la ermita de la Estrella, previo paso por la casa del Abad.

Tras la llegada a la ermita se producen la misa, la procesión y la «Plantá del Mayo», del que cuelgan roscas y dulces. Tras bailarle a la virgen, los cofrades comen, ya que en la tarde viene uno de los eventos más característicos de la fiesta. Hacia las seis se regresa a la Villa y dan comienzo las «Galopadas» que, pese a no ser una competición, exhiben una fuerza y una nobleza que han acabado por ser uno de los platos fuertes de esta fiesta tan pura y antigua.

La Caballada de Atienza no se reduce a un puñado de días festivos, sino que forma parte de una tradición de más de 850 años que embadurna de identidad y pasión a Atienza, a su tierra y a toda la Sierra Norte de Guadalajara. ADEL Sierra Norte divulga las tradiciones de la comarca.

Fuente:NotasdePrensa.es

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