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Turismo, el monstruo del consumo energético

Hace tan solo unos días arrancaba una nueva campaña de verano, de la que se esperan cifras muy prometedoras y cercanas a los niveles anteriores a la pandemia. En 2022, el turismo supuso el 61% del crecimiento de la economía española, según Exceltur, lo que da idea de su impacto. Pese a las cifras que arroja, este sector está considerado como un “monstruo” del consumo energético. La actividad turística representa el 8% de las emisiones globales de CO2. Este dato es consecuencia del impacto de las actividades de alojamiento, comida, transporte y recreo de los turistas. 

A pesar de esta descripción, “es importante destacar que, en nuestro país, ya se están tomando algunas medidas para reducir el consumo de energía e impacto ambiental en el sector turístico”, como explica Luis Claver, country manager de B.E.G Hispania. Esta compañía está llevando a cabo decenas de proyectos en establecimientos turísticos y “muchos espacios dedicados a esta actividad están implementando hoy prácticas de sostenibilidad y medidas de eficiencia energética, fuentes renovables y una gestión adecuada de residuos”, como puntualiza el directivo. 

A nivel hotelero, son cinco los ámbitos en los que estos establecimientos deben trabajar para ser sostenibles medioambientalmente, según la propia compañía. Se trata de construcción y diseño sostenible, gestión del agua, circularidad, biodiversidad y eficiencia energética. Y es en este último punto, en el que B.E.G apoya a los alojamientos, con su tecnología para reducir el consumo de energía y las emisiones de GEI. 

Solo la climatización, la iluminación y el agua caliente sanitaria suponen el 78% del consumo de energía de los hoteles. En este punto, hay que tener en cuenta que cada edificio es único, y el consumo de energía puede reducirse significativamente, con la implementación de medidas de eficiencia energética. Entre ellas, el control de iluminación, capaz de regular el nivel y la calidad de la luz, en un determinado espacio, y una adecuada gestión no solo mejora la eficiencia, sino que ayuda a ahorrar recursos, porque se utiliza cuándo y dónde más se necesita. 

El uso de iluminación LED, los sistemas de climatización eficientes, o un correcto aislamiento térmico vienen a mejorar el resultado final, al igual que los sistemas de control y gestión energética y unas simples pautas de ahorro de agua y energía. Estas iniciativas buscan minimizar el impacto ambiental y promover un turismo más sostenible y el sector hotelero podría optimizar sus gastos operativos de consumo hasta un 40%, como recuerdan los expertos. 

Un hotel puede consumir entre 100 y 200 kWh de electricidad por metro2. Pero ya es posible ver cómo muchos establecimientos turísticos están implementando prácticas de sostenibilidad. Es el caso de hoteles repartidos por distintos puntos de la geografía española, como Club Med Magna Marbella o Golden Bahía de Tossa & Spa (Tossa de Mar), que han avanzado mucho en este campo. También existen ayudas para nuevos proyectos de ahorro energético en el sector, dirigidas a financiar proyectos de eficiencia energética y la economía circular, como ya ha aprobado la Junta de Andalucía, por ejemplo. 

En España estamos aún muy a la cola y necesitamos más concienciación acerca de lo que se denomina turismo verde. El sector hotelero debería comunicar mejor las ventajas de acometer medidas de eficiencia energética que consisten no solo en una mera reducción de consumos y gastos energéticos, sino en un aumento considerable del confort del huésped y en un ambiente más saludable”, reconoce Claver. 

En definitiva, las buenas prácticas ambientales no solo se traducen en beneficios para los propios hoteles, también para el medio ambiente y la sociedad en general, garantizando un atractivo permanente para el destino de los turistas. 

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