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Las vacaciones aumentan el riesgo de desaprender: cómo luchar contra la pérdida de aprendizaje en el verano

Las vacaciones escolares de verano en España duran dos meses y medio, unas de las más largas de la Unión Europea. Un tiempo en el que los niños no tienen clases, se divierten y desconectan, pero también sufren el llamado Summer Slide’ o pérdida de aprendizaje en el periodo estival. Durante este tiempo los estudiantes ven disminuidas sus habilidades académicas y, llegado septiembre, padecen dificultades para volver al entorno escolar.

De hecho, un estudio elaborado por la Universidad Johns Hopkins, desarrollado por los sociólogos Kart Alexandre y Doris Entwisle, han demostrado que los niños que sufren esta pérdida de aprendizaje estacional van hasta con dos años de retraso con respecto a sus compañeros hasta 6º. Esta pérdida se empieza a producir en los cursos de Primaria, pero afecta hasta la Secundaria, donde es acumulativa e irrecuperable si no se toman las medidas oportunas.

“La pérdida de aprendizaje en verano puede ser un problema importante a resolver, especialmente en áreas educativas que requieren una particular constancia, como el aprendizaje de idiomas, las matemáticas o la lectura en edades tempranas”, mantiene Rodrigo Servert, CEO y fundador de Nominis.

La buena noticia es que la pérdida de aprendizaje estacional es muy simple de evitar. “Mantener la constancia en cuestiones de aprendizaje marca la diferencia y facilita enormemente el progreso del niño. Los periodos vacacionales pueden poner en riesgo los hábitos de estudio de los más pequeños, y aquí es cuando el uso de alternativas educativas lúdicas cobra más sentido que nunca”, explica Rodrigo Servert.

En opinión de muchos expertos y divulgadores es necesario evitarles más tareas sistemáticas o convencionales. Para hacerlo, los padres pueden valerse de cuentos, canciones, juegos o aplicaciones. “El error está en considerar incompatibles el descanso con el aprendizaje, especialmente, cuando éste último se presenta en forma de juego y en breves espacios de tiempo. Divertirse aprendiendo en etapas tempranas no sólo evita el desaprendizaje en vacaciones, sino que incluso es capaz de enriquecer dichos periodos de descanso”, señala el CEO del método de aprendizaje de inglés online para niños de 6 a 12 años que despierta la pasión por los idiomas y la lectura a través de cuentos.

IDEAS PARA EVITAR EL DESAPRENDIZAJE EN VERANO

Los expertos de Nominis proponen 5 consejos para aprovechar el verano y reforzar los conocimientos adquiridos de matemáticas, lengua e inglés de la forma más divertida posible:

  • Escuchar sus preferencias: Es importante implicar al pequeño y que sea él quien elija cómo seguir alimentando su cerebro y evitar el desaprendizaje. Algunas opciones son cuentos, dibujos, puzzles, 15 minutos de inglés con Nominis, comics, libros, vídeos, películas, canciones…
  • Crear una rutina: Aunque el verano es un tiempo para relajarse, mantener algunas rutinas diarias puede ayudar a mantener el cerebro activo. Si cada día se reservan 15-30 minutos en un pequeño espacio, el avance será increíble. Los expertos de Nominis apuntan que por la mañana es el mejor momento para ejercitar el cerebro y que, para mantener el hábito, es bueno hacerlo siempre a la misma hora.
  • Jugar en familia: Una forma divertida de fomentar el aprendizaje son los juegos de mesa. Con ello, los más pequeños aprenden los números, hacen operaciones básicas, clasifican elementos y los comparan, etc. Además, estimulan la competición sana porque les enseñan a ganar, pero también a perder.
  • Aprovechar para hacer actividades al aire libre: Los días de verano son la opción perfecta para hacer diferentes actividades que durante el año escolar no se pueden. Realizar excursiones a la montaña, disfrutar de paisajes, de noches estrelladas, de baños en playas y lagos, visitar museos, parques naturales, recorrer diferentes ciudades o ir al teatro… son oportunidades increíbles para que los más pequeños aprendan cultura.
  • Proyectos de verano: Es importante animar a los más pequeños a emprender proyectos propios como construir un jardín, aprender a cocinar nuevas recetas o, incluso, iniciar un pequeño negocio de venta de pulseras, chucherías o manualidades.
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