La precariedad laboral por cuenta ajena o el desempleo en España no están siendo impulsores contundentes del emprendimiento Existe el pensamiento extendido de que, para emprender, debe surgir una idea en la cabeza del emprendedor que cuaje y quede instalada en su cabeza, impidiéndole pensar en otra cosa. Si bien es cierto que la mayoría de los emprendedores en España lo son como respuesta a una oportunidad que identifican en el mercado, la realidad es que también existen los que lo hacen motivados exclusivamente por la necesidad. Según el último informe de 2018-2019 realizado por GEM España, la Tasa de Actividad Emprendedora (TEA) es del 6,4%, la mayoría de ellos motivados por su propia idea. Sin embargo, tan sólo un 1,4% corresponde a aquellos que emprenden por encontrar una ocupación, por falta de alternativas laborales. Y no deja de ser paradójico que, habiendo una tasa de paro de más del 14%, el porcentaje de aquellos que buscan el autoempleo no sea mayor. Viendo estos datos, se podría pensar que el paro en España es un episodio breve. Que uno encuentra trabajo tan rápido como se quedó en paro, por lo que no le da tiempo a plantearse un emprendimiento. Sin embargo, esto contrasta