Si ya existían en el mundo millones de personas que para el desarrollo de sus actividades laborales precisaban de ordenadores u otro tipo de dispositivos electrónicos que poseen pantallas de visualización. Con la instauración del teletrabajo como modalidad predilecta para evitar contagios de coronavirus la cifra no ha hecho sino aumentar y, con ello, también los problemas de salud visual. Pero no solo los adultos se han visto obligados a usar durante un mayor número de horas estos dispositivos, sino que los más pequeños de la casa también lo han tenido que padecer debido por un lado a la instauración de la docencia a distancia, que en algunos casos se limitaba exclusivamente a la realización de ejercicios, pero que en otros implicaba vídeos explicativos e incluso videoconferencias y, por el otro, a la necesidad de los padres de lograr que los niños se mantuvieran entretenidos mientras ellos teletrabajaban. Pero no solo eso, sino que a lo anterior debe sumarse las largas horas de videollamadas que los españoles han realizado durante el obligado confinamiento, así como el mayor consumo de televisión e internet. Es decir, las pantallas fueron las más fieles compañeras de todos los españoles durante los peores momentos de la pandemia en